Treinta y tres.
El día veintiuno a las veintitrés horas y treinta y nueve minutos se produjo el solsticio invernal. Y a mí me encanta estar de nuevo en casa. En dos segundos, iré a comprar harina, levadura y vainilla. Quiero convertir el frío en algo dulce. Me encanta ese calor tan especial que únicamente da la familia, con su historia y sus momentos. Momentos de veinte años, e historias de toda la vida. Este invierno, me llenaré de fuerza y de luz, porque no quiero compartir mis sueños con nadie más, quiero que mis pasos sean alas y que mis pies no rocen el suelo.¡Feliz Invierno a todos!
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