martes, 8 de octubre de 2013

#13


Hola, vuelvo a ser yo. Muchas personas que han estado a mi alrededor os preguntaréis dónde diablos me he metido. Os respondo: He estado volando y acabo de aterrizar. ¿Queréis escuchar cómo comenzó la historia?
Alrededor de las ocho de la tarde de un día ahora ya muy lejano, me levanté sobre mis dos pies mortales y me dejé llevar. Tenía el miedo intenso que te obliga a adentrarte en lo desconocido, así que me fui. Caminé y llegué hasta el mar. Mi mar. Él se había puesto de gala para mí, se había vestido de nieve blanca y reluciente, de la que te obliga a entrecerrar los ojos y a agachar mínimamente la cabeza para poder observarla. Sí, el mar era blanco, ni gris ni azul ni verde. Blanco como nunca antes lo había visto. En ese instante sentí un escalofrío subiendo por mi espalda, como unos dedos que recorren el mundo, hasta llegar a la nuca y se insertan en ti para agarrarte fuerte. Empecé a confundirme, ¿será nieve lo que estoy viendo o el cielo ha bajado hasta mis pies y ahora el agua se ha transformado en nubes? El mareo era intenso, embriagador y cálido. Dije: Mar, haz conmigo lo que quieras. Mis palpitaciones comenzaron a hablar, y yo me sentía extrañamente poderosa entre tantas voces, entre tanta música. Y con los susurros de las olas al romper bruscamente sobre mi pecho de roca me sentí ligera y perfecta. Sin convencionalismos. Sólo estábamos yo y mi diosa la Naturaleza, y ella aceptaba y amaba cada milímetro de mi cuerpo y de mi mente. Yo era Caos, al igual que Ella. Sus brazos me apretaron fuerte y un fino viento con olor a sal meció mi pelo, que en ese momento ya ni siquiera era raro. Empecé a elevarme del suelo, sin alas. Navegué entre las nubes blancas que quedaban bajo mis pies mortales, bajo mi antiguo cuerpo mortal. Y me convertí en aire.

Time

martes, 22 de enero de 2013

#12



Qué irónico ir a la montaña para respirar aire puro y que nos fumemos las estrellas al llegar la noche, riendo a carcajadas mientras nuestro aliento queda congelado en las paredes de nuestros labios y se obstruyen las manos en los conductos porosos de nuestros cuerpos. Somos como adherencias remanentes de historias que no teminaron de acabar, como cuando la nieve no cuaja o el bizcocho no sube. Pero nos da igual, porque debajo de esta Luna llena nos miramos sabiendo exactamente todo lo que no queremos. Lo que queremos, al final, sale por descontado cuando nos aliamos entre el fuego de la chimenea. Y ¿qué importa caer de aquella cima si caemos juntos?

Foals – 2 Trees

martes, 23 de octubre de 2012

#11


Después de millones y millones de sonrisas e ideas ingeniosas con mis amigos, salimos del bar a la hora del cierre. Antón Martín aparecía entonces como un lugar raro y especial. Él me cogía de la mano y me invadía con su característica ola de otoño. Nos dirigimos hacia Sol, y una tormenta, de esas que sólo pasan en los mejores momentos, empezó a empapar nuestro paseo. Entonces comencé a cantar bajo la lluvia, claro que sí, porque estaba allí y porque Gran Vía se había convertido en un río de caudal ancho, y el metro, en corrientes subterráneas. Los taxis flotaban siguiendo el brillo de los semáforos, que pronto adoptaron el papel de faros para alumbrar nuestro camino a casa. Llovían océanos en vez de lluvia, y nosotros estábamos calados. Lo quisimos así. Para los magos no existen los paraguas, podrían atraer truenos y rayos. Hay demasiada electricidad entre los dos. Por fin abrimos la puerta, nos miramos al espejo y volvimos a reír. Estrujamos los pantalones y vaciamos los zapatos. Y una frase apagó la luz bajo el edredón: Descansa, invierno*

First Aid Kit – Winter Is All Over You

lunes, 22 de octubre de 2012

#10


No soy de aquellas personas que se toman los antibióticos en las dosis pautadas. No suelo levantarme a la hora que me propongo. Me volví nihilista. Creí en Dios. Intenté ser estoica. No soy de esas perfectamente amables en cualquier ocasión. Hablo con franqueza, duela o no. Llevo un escudo, y un par de armas. Tal vez no termino todos los proyectos, no soy buena estudiante y a veces fumo. Pero hay una cosa que hago extremadamente bien: amar con locura y magia. Que intenten luchar contra eso.

Of Monsters And Men – Little Talks

sábado, 8 de septiembre de 2012

#9

Cada vez paso menos tiempo en Internet porque parece ser que soy "demasiado" sensible a los mensajes directos que esta sociedad en la que estamos inmersos crea especialmente para nosotros. La publicidad de estos espacios virtuales tiene un significado muy importante del que a veces ni siquiera somos conscientes: la mujer como objeto. Lo primero que vemos son mujeres semidesnudas a las que llaman "reales". Dando a entender que el resto de nosotras sólo somos personas corrientes al alcance de todos. Nos venden un prototipo, y si no cumplimos expectativas nos sentimos mal. Hasta los anuncios dirigidos a público femenino, como famosas marcas de moda, tienen como punto principal una modelo haciendo poses extravagantes, forzadas, y muy poco eróticas (sí, señores de la industria, a nosotras no nos pone eso). ¿Qué intentan conseguir? Todo esto parece estar dirigido por un hombre de hace dos mil años, criogenizado por las noches y que es despertado por las mañanas para mover con su mano a un rebaño de inconscientes. Este mensaje devastador se encuentra a nuestro alrededor todos los días, las veinticuatro horas: en la televisión, las revistas, el cine, las aplicaciones de móvil...Todo parece ir destinado a hombres. Hasta el mayor porcentaje de pornografía va destinado a ellos. ¿O realmente a la mayoría de nosotras nos gusta ser tratadas como prostitutas y sodomizadas por veinte tipos?  La excusa siempre reside en que ellos consumen, todo es cuestión de dinero. Pero, ¿acaso se nos ha dado la opción? ¿Cuántos hombres desnudos se ven en relación a mujeres? La culpa, por supuesto, no es sólo del colectivo masculino. La culpa la tenemos también nosotras, que seguimos este juego los 365 días del año. Me da lástima ver a niñas de doce años con vestidos demasiado pequeños incluso para ellas, pantalones de tallas que no son reales, dietas adelgazantes por todos lados, cirugía estética, detergentes anunciados por mamás limpiacasas, chicas que se sienten incómodas con su cuerpo, hombres neandertales... No sé cómo luchar contra esto, o cómo dejar de frustrarme al respecto. Yo pongo mi grano de arena y todo lo demás sigue su curso. Puedes formar parte de lo que está mal en la sociedad, o quedarte fuera. Sólo puedo decir que si el ser humano tiene razón, debería usarla. Basta ya.

jueves, 23 de agosto de 2012

#8


Hey, sigo siendo yo. Sigo estando aquí. Y mis pájaros en la cabeza, mis sonrisas y mis sueños. Mis enfados tontos, mi libertad de expresión, mis ideas extremas, mis ganas de volar, mis gritos envasados al vacío, los gritos que rompieron moldes, mi espontaneidad, mi romanticismo, mis pliegues y mis viajes astrales. ¿Y tú?¿Tú dónde estás?

Ludovico Einaudi – L'Origine Nascosta

sábado, 11 de agosto de 2012

#7


Casualidad o no, me encuentro en esta cabaña de madera semiderruida. Es increíble el número de acontecimientos que van pasando a lo largo de tu vida hasta que llegas al punto de no retorno en el que estás en este mismo instante. Aprender es la única manera de crecer. Ayer descubrimos que para subir a la Luna sólo hace falta una escalera y ganas de volar. Todo es más sencillo así. Soñar y soñar. Vivir en el mundo en el que te gustaría vivir. Un mundo en el que la ansiedad no tiñe tu tiempo de nubarrones y te deja respirar tranquila en el césped. Veo el viento agitando las hojas de este bosque. Es un viento demasiado cálido como para ser bienvenido, y el cielo, que no puede soportar ya más este calor se va enfureciendo y volviendo gris. Se avecina una tormenta, de esas que son casi perfectas. Así que he decidido no hacerle caso a las recomendaciones y salir para admirar como caen las gotas de lluvia sobre las pozas de agua congelada y las cascadas semiagotadas. Sé que me voy a empapar, y no me importa. De hecho me apetece volver a correr bajo la lluvia como he hecho tantas otras veces, y gritar sin miedo. Que los animales se espanten y piensen: ¡ay cabecita! En definitiva, sentirme viva dejando atrás el peso de las responsabilidades. Somos jóvenes aún, ¿quién puede quitarme eso?  

Maga – Primer Vuelo