El otro día rescaté una colección de tres películas de Wim Wenders. Entre ellas, había un documental sobre Tokyo, llamado Tokyo GA. En él, el director alemán, trata de seguir el rastro de Yasujiro Ozu en los años ochenta, por lo que va a la capital japonesa e intenta captar toda la esencia del lugar. Lo que más me ha llamado la atención ha sido ver a un japonés llorando y expresando emociones con palabras. Creo que pocos directores van a ser capaces de recoger un momento como ese.Aún tengo que descubrir la razón por la cual todo lo oriental despierta esa pasión en mí. Será la diferencia de culturas, la calma, las luces, el color rojo, o quién sabe, la lejanía...
Todo aquel que lea esto, y esté interesado en hablar de cualquier tema (excepto política), queda invitado a tomar té. Sólo tiene que llamar a la habitación setenta y dos, y lo demás, volará solo.
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