viernes, 2 de marzo de 2012

Noventa y ocho.

El otro día, después de pintarme una sonrisa, pasé otra mañana viendo cómo las personas se aferran a la vida aún estando en una pesadilla continua que en la mayoría de los casos no tiene solución. Sin embargo, una paciente llegó completamente derrotada por la enfermedad; la remolacha había progresado en su interior y debía empezar una nueva lucha. No sé cuantas veces dijo que quería tirar la toalla, ya que desde la primera de ellas no pude dejar de pensar en algo. Por ello, cuando sus ojos comenzaron a inundarse en lágrimas, me levanté casi de forma irremediable, me senté en la silla del acompañante, y le puse una mano en el hombro. El médico me miraba sorprendido. "Escúcheme, no se rinda. Sé que pelea contra un gigante que absorbe su energía, pero ¿realmente quiere dejarlo? ¿Por qué no pelea por poder sentir el viento en la cara, el sonido del mar, el abrazo de sus seres queridos e incluso la voz de una desconocida como yo? Cuando sienta que le falta el aliento, salga a la calle, quédese muy quieta y note toda la vida que hay a su alrededor. Somos un todo, y cada una de las cosas de este mundo le ayudarán a ganar la batalla". 
Y otro día más. Millones de historias. Somos tan pequeños y tan grandes.


Ludovico Einaudi – Fly

1 comentario:

  1. nudo en la garganta y ojos empañados en lágrimas. Un gesto y las palabras escondidas necesarias..sigues haciendo del mundo un lugar mejor

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