martes, 19 de junio de 2012

#5


Parece que va a llover. Eso me decías siempre que me rascaba la nariz disimuladamente. Después, tras el desayuno, nos dábamos un baño de sábado por la mañana con luz blanca y espuma chispeante. Me quitabas el jabón echándome agua que escapaba efímera por tus dedos. Cómo me gustaba que me pasases las manos por el pelo para desenredarlo,que te metieses debajo de mi jersey, o que desayunásemos juntos cruasanes recién hechos y café. Y a veces, cuando me descuidaba, bajabas a por flores rosa pastel al puesto de la esquina, para darle a la vida un color más cálido. Disfrutábamos estos momentos de soledad compartida, de infinita quietud y claridad, sintiéndonos más libres cada vez. Entonces, a contraluz, con algunas gotas aún en el cuerpo y el pelo enmarañado, miraba tus suaves facciones. Podría resbalar por ellas y perderme en el verano atardecido de tus ojos. Estábamos tan llenos de vida...Pero ha llegado la noche y has vuelto a casa. Parece que va a llover, ¡te lo dije! El aire atraviesa suavemente la ventana y yo sonrío, porque por suerte puedo llamarte en dos minutos y saber que eres de verdad, que no existe el pasado en nuestro presente. No hay nadie en este mundo como tú.

1 comentario:

  1. La lluvia, la mezcla con la cantidad justa de sueño y realidad, el presente, y tu conjuro infalible para hacerme feliz.

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