martes, 8 de octubre de 2013

#13


Hola, vuelvo a ser yo. Muchas personas que han estado a mi alrededor os preguntaréis dónde diablos me he metido. Os respondo: He estado volando y acabo de aterrizar. ¿Queréis escuchar cómo comenzó la historia?
Alrededor de las ocho de la tarde de un día ahora ya muy lejano, me levanté sobre mis dos pies mortales y me dejé llevar. Tenía el miedo intenso que te obliga a adentrarte en lo desconocido, así que me fui. Caminé y llegué hasta el mar. Mi mar. Él se había puesto de gala para mí, se había vestido de nieve blanca y reluciente, de la que te obliga a entrecerrar los ojos y a agachar mínimamente la cabeza para poder observarla. Sí, el mar era blanco, ni gris ni azul ni verde. Blanco como nunca antes lo había visto. En ese instante sentí un escalofrío subiendo por mi espalda, como unos dedos que recorren el mundo, hasta llegar a la nuca y se insertan en ti para agarrarte fuerte. Empecé a confundirme, ¿será nieve lo que estoy viendo o el cielo ha bajado hasta mis pies y ahora el agua se ha transformado en nubes? El mareo era intenso, embriagador y cálido. Dije: Mar, haz conmigo lo que quieras. Mis palpitaciones comenzaron a hablar, y yo me sentía extrañamente poderosa entre tantas voces, entre tanta música. Y con los susurros de las olas al romper bruscamente sobre mi pecho de roca me sentí ligera y perfecta. Sin convencionalismos. Sólo estábamos yo y mi diosa la Naturaleza, y ella aceptaba y amaba cada milímetro de mi cuerpo y de mi mente. Yo era Caos, al igual que Ella. Sus brazos me apretaron fuerte y un fino viento con olor a sal meció mi pelo, que en ese momento ya ni siquiera era raro. Empecé a elevarme del suelo, sin alas. Navegué entre las nubes blancas que quedaban bajo mis pies mortales, bajo mi antiguo cuerpo mortal. Y me convertí en aire.

Time

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