Sesenta y nueve.
Bebiendo mate planeo la manera de convertir los días de veinticuatro horas en días de cuarenta y ocho. Creo que de momento, una de mis mejores ideas ha sido tener la habitación siempre en luz de siesta, porque evito el asfixiante calor de la residencia y hago que mi reloj mental se desoriente. ¡Hasta los señores Potato no pueden dejar de mirar por la ventana! Ojalá alguien llamase a mi puerta con unas rosas blancas o rosa pastel en la mano, me haría la persona más feliz sobre la Tierra.
Pero también siento todavía tu mano cogiéndome FUERTE.
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