miércoles, 6 de julio de 2011

Setenta y tres.

Hablaba ayer con mi amiga Paula de las cadenas que nos atan a la sociedad y a la vida como concepto social. Nuestros pensamientos parecen ligados con pegamento. Siempre estoy hablando de alas metafísicas, pero es algo que va mucho más allá, son pensamientos todoterreno y personalidades nada fáciles de comprender, y menos de seguir. Nadie nos podrá coger nunca.
Todo esto lo pensábamos a cientos de kilómetros por hora, con un cielo lleno de estrellas y una luna anaranjada y roja por el retrovisor. Sonaban The Kooks y conducíamos sin rumbo.
Sin buscar nada.

1 comentario:

  1. Era imposible encontrar a alguien tan idéntico a mí entre miles de millones de personas, en el mismo país, en la misma ciudad.
    Creí que era imposible que existiera ese grado de conexión y similitud de pensamientos.
    Pensaba que era imposible, pero no lo es. Al menos, no para nosotras.
    Somos libres y obtenemos nuestra libertad en las pequeñas cosas que hacemos, cosas como conducir pasada la medianoche bajo las estrellas, ver películas de adolescentes o contar historias de miedo frente a los monumentos de los muertos.

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