viernes, 10 de febrero de 2012

Noventa y seis. (Para ti)



Gracias. No te lo puedo decir en muchos idiomas, pero sí de muchas maneras. Aún recuerdo el día en el que comprendí que la música podía salvarte la vida: estaba en el tren de camino a la batalla por mis sueños, y comencé a escuchar un nuevo sonido, algo que se encuentra entre las notas y que sólo unas poquitas personas sensibilizadas al arte pueden apreciar. Y lloré, lloré esa vez como he llorado en otras tantas ocasiones, porque el llanto es la expresión de aquello que no podemos entender, como si quisiéramos empapar y destrozar con lisozimas todo lo que nos supera porque es más grande que nosotros. Yo ante la música me vuelvo pequeña y gigante a la vez, y me transporto hacia nuevos universos que se encuentran dentro de nuestros ombligos. Cierro los ojos y todo se convierte en movimiento. Floto y me dejo llevar, como una bolsa de plástico que vuela al ritmo del viento acompañada de hojas de otoño. Gira, giro, y adiós mundo real. El impulso eléctrico comienza por el primer milímetro de cada una de mis falanges distales y me hace temblar sin control, escala en forma de frío por  los caminos de mi piel, que no son de tierra ni de asfalto, sino de Caos, de andamios reconstruidos con besos y de suspiros fuertes que rompen el aire, de tu oxígeno y de mi dióxido de carbono. Lub-dub. Y golpea casi a punto de estallar. Vuelvo a abrir los ojos y tú me das la mano. Lloro de nuevo. Escúchame ahora a mí, no porque esté perdiendo quiere decir que esté perdida. Gracias a ti estoy redescubriendo sensaciones olvidadas. En esta mañana de febrero he visto la Primavera; he cogido la bici y he paseado por sus bordes, arrojando poesías para que el mundo las desintegrara; que se cuelen en cada inhalación y llenen las pequeñas mentes rotas. No soy la única que se ha caído, así como no seré la única que se levante. A las doce y cuarenta y cuatro minutos de un diez de este año que es par aunque me dé miedo, he descubierto lo que querías contarme sin palabras: "Si existe gente capaz de crear un Arte tan bonito desde la nada, el mundo tiene que ser un lugar precioso, lleno de posibilidades para explorar". Sólo quiero pedirte una cosa (y sé que encontrarás ésto por sorpresa y quizás me hagas un poquito de caso) : escribe. Porque esta Tierra que conformamos no puede perderse el increíble milagro de conocerte.


Ilustración: Belén Segarra.


Ludovico Einaudi – Primavera

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