lunes, 30 de abril de 2012

#2


¿Quién es la persona verdaderamente importante en el lenguaje artístico: el emisor o el receptor? El creador de una obra tiene esa pócima secreta para hacer despegar cohetes con abrir la palma de la mano, sin embargo, si no existiesen aquellas personas que puedan captar ese mensaje, el artista quedaría aislado en un mundo de incomprensión. Algunos incluso llamarían loco al mago. Los receptores, a su vez, forman parte de la creación al hacer una transmisión perfecta de la información. Estoy muy orgullosa de formar parte de esa ecuación tan especial. ¿Habéis llorado alguna vez por la belleza inabarcable del mundo? Es tan superior a nosotros que nos invade, se hunde en los poros y hace que se contraigan todos los músculos, para una relajación final en forma de vuelo interespacial. Cada vez que escucho a Ludovico despego del suelo y me desarmo. Me vuelvo un poco más pájaro, más instintiva y más racional. Como si las dos partes de nuestra Naturaleza humana se uniesen formando una unidad desconocida. Los superhombres derrotados por su propio Caos. Esta noche he mirado al mar y el salitre ha enredado mis neuronas desconectando mi percepción, haciéndome candidata a un transductor de señales electrocardíacas. Lub-dub y falta de respiración. Esta noche el mar me ha hablado provocando un cortocircuito neurosensorial. La belleza existe porque podemos interpretarla como tal. Piel de gallina. Quien me sienta, que se ponga las alas y se venga conmigo. Que los que volamos somos INTOCABLES.

Vámonos.

2 comentarios:

  1. Si, yo también he llorado por la belleza inabarcable del universo, y más de la mano de Ludovico Einaudi.

    Yo me pongo las alas y me voy contigo, que con esta armonía hilandose entre todos nuestros sentidos te aseguro que somos intocables.

    Y es que la belleza no existe si no hay belleza que pueda contemplarla. Que forme un todo basico e inqubrantable.

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